por Nicolás Raffo Menoni, desde Montevideo
Son más de 100 países los que están participando de algún tipo de conflicto armado. Rusia y Ucrania (con la participación de todos sus aliados en uno u otro bando); Israel con varios países árabes; Sudán, Haití, Nepal, el Congo y muchos más.
Sin dudas estos conflictos atentan directamente contra la tan necesaria y mencionada Sostenibilidad de la que vengo hablando desde hace varias columnas, tratando de exponer las varias aristas que conforman un tema tan necesario pero complejo a su vez.
En el caso de los ejércitos del mundo y según estudios de Scientists for Global Responsibility y el Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente, los ejércitos del mundo representan el 5.5% de las emisiones globales de CO2 según un informe que data del año 2022.
Recordar que los tanques, vehículos blindados, aviones de combate y transporte y los barcos de guerra están dotados de motores de alta potencia que justamente gastan cantidades siderales de combustible en comparación con los vehículos de transporte social.
A esto debemos agregarle el hecho de que cuando entran en combate directo, los bombardeos arrasan con ecosistemas enteros por causa de las explosiones en forma irreversible, además de que esas explosiones generan efectos de contaminación en abundancia, dejando recursos inutilizados o incluso eliminados en forma permanente.
Agregarle a los efectos anteriores los impactos directos a nivel de salud de las personas que se encuentran en esos territorios en conflicto, que son daños que en muchos casos se arrastrarán de por vida; agregar los efectos provocados en la seguridad alimentaria que se produce por la destrucción de cultivos, almacenamientos de alimentos y la dificultad para proceder a su correcta distribución entre esas poblaciones.
No se debe omitir tampoco los costos de reparación y reconstrucción de los territorios devastados, que superan los miles de millones de dólares que implican para países que han quedado económicamente exhaustos, tener que endeudarse a largo plazo.
Otro dato para nada menor, es el de los costos en armamentos que se incluyen en el rubro de defensa nacional, que son de cifras exorbitantes, liderando esos gastos las principales potencias del mundo, pero que para países pobres, también son de una cuantía impresionante, que implican cifras que se podrían invertir en educación, alimentación, salud, cuidado del medio ambiente, investigación y mucho más, que repercutirían en forma directa en el logro de la sostenibilidad y en la calidad de vida de todas sus poblaciones.
Como ejemplo, menciono que en el año 2019 solo entre China y USA que son los dos países que más gastan en armamentos, gastaron en forma conjunta más de 1,1 billones de dólares.
Y por último no quiero dejar de mencionar nuevamente el impacto incuantificable en lo que respecta a la pérdida de vidas humanas, que en muchos casos se prolongarán por años y años luego de finalizados esos conflictos.
Todos esos impactos son de largo alcance y no terminan cuando se acaba el conflicto, incluso existe el agravante de que hay lugares que quedarán directamente inservibles o inutilizables para la vida.
Como vimos, daños en todas las dimensiones de la sostenibilidad. En lo económico, en lo social y en lo ambiental que deberían ser un verdadero llamado de atención para todas las personas del mundo.
En épocas donde hablamos de modelos de gestión Smart o inteligentes, los humanos demostramos que somos capaces de hacernos entre nosotros las cosas más terribles que nos podamos imaginar, muchas veces por intereses económicos de pocos, que los defienden muchos, bajo otros intereses diferentes y en muchos casos desconocidos y que nada tienen que ver con la verdadera intencionalidad de esos conflictos.
¿Podemos definir esas actitudes como Smart o inteligentes?
¿Queda alguna duda de que la guerra nos sale bien cara a todas y todos?
¿Quedan dudas de que incluso para quienes ganan las guerras, esas victorias son verdaderamente pírricas?
Si lo quieren bajar al Turismo que es la actividad que nos convoca, les queda alguna duda de que las guerras tienen un impacto directo en las cifras de turistas que visitan uno u otro lugar.
Si le ofrecen hoy un pasaje gratis a Ucrania o a Gaza. ¿No lo pensaría dos o incluso más veces?
Siempre se dice que el Turismo necesita de paz y creo que con los argumentos recién expuestos, no deberían de quedar dudas.
No puedo dejar de valorar la suerte que tengo y que tenemos de haber nacido en Uruguay.
Portal de América