por Sergio Antonio Herrera, @DelPDA en Twitter
No estoy en absoluto, criticando el proceder de los trabajadores; en Estados democráticos tienen no solamente todo el derecho de luchar por sus beneficios y de mejorar sus condiciones de trabajo, eso está en la tapa del libro, los dirigentes de esos colectivos tienen la obligación de pelear en defensa de sus afiliados y está muy bien que lo hagan.
Nuestra reflexión pasa por otro lado, los Estados deben tomar este tema muy en serio como hasta el momento, muchos no lo han hecho.
Si hablamos de la eventualidad de llegar a ser un país desarrollado o como se ha insistido en algunos casos, un país de primera, detalles tan gravitantes como éste, no pueden obviarse.
Los Estados deberían replantearse el tema de la gente que trabaja en los aeropuertos, puertos, puentes internacionales, en definitiva, todo aquel que tenga directa incidencia con el tránsito de personas entrando o saliendo de un país.
Como defensor que soy, de la libertad empresarial, de la regulación del mercado, y fiel devoto de los resultados que emergen de la oferta y la demanda, estimo que debe priorizarse la negociación y agotar todos los esfuerzos para que por medio de la misma, se minimice el riesgo de conflicto en lugares como los citados, para que la gente que en ellos trabajan no tengan que aplicar medidas que no solamente afectan a los pasajeros, lo hacen con eventos, con reuniones importantes, con intervenciones quirúrgicas, con compromisos sociales, con situaciones que son la vida cotidiana y que evidentemente, trascienden estas pocas que hemos citado.
Esa sería la mejor solución pero de alguna manera, el normal cumplimiento del funcionamiento de un aeropuerto, de un puerto, de una terminal o de un paso de frontera, debe tener el carácter de un servicio esencial, más allá de la figura jurídica o del acuerdo laboral que los rija. Nos vemos.
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