por Luis alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Este es el verdadero rostro de la tan mentada “revolución de los aviones”, una consecuencia de la pésima política económica que desarrolló el gobierno saliente de Mauricio Macri, con el mejor equipo de los últimos 50 años.(SIC)
Es obvio que Aerolíneas Argentinas se ha convertido en factor distorsivo en la competencia del transporte aéreo, por obra y gracia del subsidio que recibe por parte del Estado consecuencia de lo dispuesto en la ley 26466 artículo 3º que dice en la parte correspondiente: “Para garantizar la prestación de los servicios, su ampliación y mejoramiento, el Poder Ejecutivo nacional instrumentará los mecanismos necesarios a los fines de cubrir las necesidades financieras derivadas de las empresas mencionadas en el artículo 1º de la presente ley, acorde al artículo 26 de la Ley 26.422 de Presupuesto de la Administración Pública Nacional…”
Por otra parte, Aerolíneas Argentinas marca pautas no solo tarifarias como dice el gerente general de Andes Horacio Preneste en el copete de esta nota, sino además en materia salarial.
Es obvio que todos los gerenciadores que tuvo Aerolíneas Argentinas, incluidos los de la "era Dietrich”, persona responsable directa y principal del desaguisado que se armó en este segmento de la economía argentina, se respaldaron en lo dispuesto en esta ley y cumplían su función, sabiendo que no solo su propia remuneración sino la de todo el personal de la empresa contaba con una garantía estatal.
Es cierto que el subsidio en cierto modo disminuyó, por lo menos en términos nominales, pero no lo necesario para garantizar un esquema de competencia.
Aerolíneas Argentinas practica con la complicidad del estado un claro caso de “dumping”, ya que es obvio que comercializa sus servicios a un precio mucho menor que lo que le cuesta producirlos.
Es cierto que le impactó el proceso devaluatorio que en la era Macri, llevó el precio del dólar de nueve pesos y pico a 63/65 y $ 78 en lo que sería la versión libre. Con ese nivel de variación e inestabilidad es imposible hacer transporte aéreo y precisamente Andes fue la víctima de esta perversa “revolución de los aviones”. Lo grave es que es la única empresa genuinamente nacional que cumple con la normativa del art.99 del Código aeronáutico, que fija el principio de la propiedad sustancial.
En este punto es donde la “revolución de los aviones” se convirtió en una farsa, porque no hubo criterio para administrar el subsidio que debe recibir Aerolíneas Argentinas por mandato legal sin que perjudique al resto de sus competidores y se mantuvo el tradicional sistema de gestión, causa de su fracaso económico.
Llegamos a un punto que el Estado carece de dinero, como ocurrió en 1983, cuando el gobierno del Dr. Raul Alfonsín se hizo cargo del gobierno, y la empresa presenta un preocupante nivel de deuda que en el más sano derecho comercial la coloca en virtual estado de “cesación de pagos”.
El gobierno de Alberto Fernández, esperemos que asi sea, deberá tener suma prudencia al designar la nueva gestión de la empresa la que deberá arreglarse “con lo suyo”, si realmente pensamos que algo diferente comenzará.
La próxima gestion deberá ser compartida con su personal que será protagonista esencial para precisar el futuro de la empresa, ya que parecería que no habrá dinero disponible para “ayudarla financieramente”.
Hay prioridades, como la pobreza y el desempleo, que exigirán recursos esenciales, contando además que se deberá buscar ocupaciones especiales y de baja productividad para generaciones que ya vienen con desventaja por problemas de desnutrición en la primera infancia que afectó su capacidad cerebral. Habría dos generaciones en esa crítica situación.
La solidaridad deberá ser un valor que deberán tener presentes todos los que forman y formarán parte Aerolíneas Argentinas, un conglomerado empresario que cuenta además con el pesado lastre de sus “costos hundidos” absolutamente irrecuperables.
No solo por razones de economía política sino para darle sustento legítimo a la competencia en el segmento del transporte aéreo, ni Aerolíneas Argentinas puede recibir subsidios indiscriminados ni puede deshacerse lo hecho por este gobierno saliente, porque solo se lograría incrementar la desocupación.
Llego la hora de por un lapso, que Dios quiera sea breve, para “vivir con lo nuestro” sabiendo que con lo que producimos no alcanza…
Recomiendo la lectura del artículo de Claudio Zuchovicki en La Nación, viene al caso.
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